1º Concurso Literario “Esquina y sus bellezas”

para alumnos de los niveles EGB 3 y Polimodal

Santa Rita de la Esquina: una historia memorable

La ciudad de Esquina, se levanta en una prominente y vasta superficie geográfica, sobre las márgenes del río Corriente, que busca volcarse al paraná, a través del riacho Aguarachai, siendo el canal Torello desde el año 1924 el conector directo entre ambas corrientes hidrográficas.

Nuestras tierras fueron el puente por el que transitaron los conquistadores, cuando el rumbo de la corriente colonizadora del Norte, remontó el Paraná, para avanzar en su ambiciosa marcha conquistadora.

Aqui se enfrentaron dos grandes culturas, cada una con sus rasgos peculiarmente diferentes: la americana, germinada en estas tierras y fortalecida en la fibra y la sangre ardiente de la indianidad, y la europea, ambiciosa estirpe de extranjeros, llegados desde muy lejos con el soberbio poderío conquistador.

Dos veces destruida, resurgio como desafiando al destino, sobreponiéndose a las adversidades que inturrumpián su paso hacia el progreso y la civilización.

De aquellos primeros habitantes, pioneros de nuestra organización socio-política y del desarrollo cultural que hoy tenemos, han quedado sus nombres inmortalizados en las glorias de nuestras tradiciones y algunas piezas de cerámica o cueros que testifican la grandeza y hablan de la noble estirpe nativa, cuyas voces, quiso acallar la ambición colonialista.

Lus canamees, los llamaban los europeos a nuestros antepasados indígenas. Este vocablo guaraní que significa: hombre fuerte, irresistible para la mujer.

Quizás esa denominación, le fuera dada, porque a pesar de la rudeza fisica de esos hombres, habia una sutil presencia, que silenciosamente manifestaba la sensibilidad del espíritu, a través del arte, del canto, la danza y el amor a la compañera, elegida para asegurar su descendencia.

Debemos buscar en el tiempo ya transcurrido, el origen de nuestras raices para sentirnos verdaderamente esquinenses y sostener siempre el ser corrrentino que desde muy adentro debe avivar la llama inextinguible, la propia identidad.