LOS NADIES

 

Los nadies aceptan las sobras

de noches solitarias.

Los nadies esperan en vano

el roce de una mano ajena.

Los nadies se levantarán de sus rodillas

y todos ustedes verán

lo fuerte que somos los estúpidos nadies

al final.

CASUAL

 

Me duele la espera,

me atormenta la soledad,

me asfixia el recuerdo,

me agotan las ganas

y me mantiene el deseo.

Lastimado hasta el hueso,

lamo la podredumbre que emanas.

Este sabor agridulce

llenando el vacío de tu ausencia,

alimenta mis ansias

de un encuentro casual.

LA ESPERA

 

Hace 24 horas te esperaba

con la ilusión de tenerte,

y me quedó sólo la ilusión 

mis manos en tu sexo

y tu sonrisa a un palmo

de mi boca.

Ilusionado e iluso,

ardiendo, caliente...

La espera ha concluido,

la ilusión permanece,

el recuerdo quema

y en realidad no te importa.

ANIMAL AL ACECHO

 

Termina otro día.

Camino solo mirando al suelo.

La noche está oscura,

pocas luces de casas muertas

acompañan mi andar,

sigiloso me abro pasos

con tu cara en mi cabeza.

¿Qué estarás haciendo?

Si tan sólo supiera que mi rostro

también da vueltas en mi cabeza,

tal vez cambie de rumbo

y ronde tu casa.

¿En qué estarás pensando?

Hago esfuerzos por entrar

a lo más oculto de tu mente,

ser un pensamiento más,

una necesidad recurrente,

una adicción incurable.

Pero soy sólo un recodo en el camino,

caminaste mis pasos por un rato

y retomaste la senda

que te imponen los otros.

¿Me estarás extrañando?

Tal vez...

actúas como si nada hubiera pasado.

Te aferras a las cosas ciertas,

seguras como tu voz potente.

Yo me aferro a mis deseos.

La noche avanza, alguien grita,

un perro se apresura a cuidar una casa.

Levanto la vista y veo tu cara,

me sonríes entre dientes,

habito en tu boca un momento,

arden mis venas, estalla mi cuerpo,

mañana seré un animal rondando

tus lugares secretos, como siempre,

maldiciendo mi orgullo, al acecho.

TU AUSENCIA

 

Intento descubrir el motivo de tu ausencia...

Te siento a ratos, huelo en ráfagas tu aliento áspero.

Cae una hoja sobre el pavimento.

Sigues ausente a tres pasos de mi

y estiro los brazos para tocarte...

Silente y hosco, regalas un suspiro al viento,

el aire se torna más denso.

Tantas veces pude tenerte.

Tanto he jugado que el premio consuelo no basta,

doblo la apuesta. ¿Jugamos?

TRAMPAS

 

No he vivido media vida

esperando que se realice un sueño,

no he esperado un sueño en vano

mientras dormías a mi lado.

No he arreglado mil veces las sábanas

ocultando aventuras.

No he sido yo el que arañó tu espalda.

No ha sido tu sudor el que bañó mi almohada.

 

LUNA PERDIDA

 

Un golpe crudo y pequeños temblores,

Negras ruedas que aplauden un beso.

Un freno que sopla suspiros al viento.

Olores...

La luna baja.

Una gota cae de mi frente a tu pecho

Y un apretón a la almohada

Va desgarrando sueños.

Besos...

Un alarido apagado por un beso a tiempo,

Inunda tu boca y me deshace por dentro.

La puerta se abre, un ciclo se cierra.

Miro tus tobillos surgir al final de tu falda,

Se alejan presurosos en busca de agua,

El agua que barre las marcas,

Que salve las almas.

La puerta se cierra...

El agua corre.

Calor sofocante asfixia el momento,

Un auto pasa, un perro ladra.

Bocinas que siguen apresurando ruedas

Y miro al techo buscando paciencia,

¿porqué sujetarme a la piel que te rodea

cuando tu alma evade mi búsqueda frenética?.

Si eres tan mía un instante

Y tan glorioso el momento,

¿porqué cada vez que la puerta abres

mi alma no queda entera?

Me quemas por un instante,

Los cuerpos se consumen

La luna baja, un perro ladra,

El agua corre y te pierdo.

 

DEBILES SEÑALES:

 

El sol se oculta y sigo

Esperando el milagro de verte,

El corazón que estalla

Lleno de este amor inerte,

Sofocado por el pavimento,

Harto de sol y muerto,

Como se encuentra mi alma

Desde que no te tengo.

Te deslizaste de mis dedos

A mi castigado lecho,

Tan dulce, tan suave,

Con mis manos en tu pecho.

Ellas dibujan un río

Desembocando en tu sexo,

Y mis manos aún temblando

Acariciando el recuerdo

De cómo vibraba mi voz

Al decirte lo que siento,

Lo que sentí hace tiempo

Lo que me mueve por dentro.

Necesito de tu fuente

Aplacar este infierno lento,

Creer que aún soy tuyo

En desesperados intentos.

Poder ser parte de tu vida,

Encallarme en tu puerto,

Atar con sogas de risas

Mi tristeza y mis lamentos.

Nunca sentí esto antes

Aunque parezca un invento

Pero me seca la sangre

El no verte y el recuerdo.

Y esta débiles señales

Perturbando tu silencio,

Lúgubre como un sepulcro...

Ausente, pero te tengo.

Jorge Monzón

 

Nació en Esquina el 23 de junio de 1974.

Realizó sus estudios primarios en el Colegio “Divino Salvador”y los secundarios en la Escuela Normal “Dr. J. Alfredo Ferreira” y en la Escuela Técnica Nº 1 “Dr. Juan R. Vidal”, en las cuales actualmente se desempeña como docente en diversas cátedras, puesto que es Profesor en EGB 1 y 2, Técnico en Computación, Profesor en Ciencias Jurídicas y Contables, Profesor para la EGB3 y Nivel Polimodal en Biología y posee Capacitación en Lengua Inglesa.

Desarrolla también tareas docentes en el Instituto de Idiomas de Esquina, capacitando a adultos en Lengua Inglesa.

Pertenece al movimiento literario denominado “Nueva Literatura Correntina” y es una de las jóvenes realidades ya concretas en la poesía esquinense con verso libre, utilizando como temática el sentimiento. En el año 1991 publicó un artículo en la legendaria revista de adolescentes “13/20”; en 1994 ganó el primer premio en un certamen literario realizado por un medio local; en el año 1995 conformó la Asociación Esquinense de Escritores bajo la coordinación de la entonces Directora de Cultura, Sra. Diana L. Caffarati, y en el año 2003 participó del encuentro de Nueva Literatura Correntina, realizado en nuestra ciudad.

 

Hoy comencé a dejar de quererte

 

Hoy comencé a dejar de quererte

y ya no sentiré el ardor

que despertaban tus ojos,

ni la tristeza de un día que pasó

sin poder verte,

ni aquel coraje de amarte

que mi silencio rompió.

Hoy creo te amo menos

que ayer, que el día anterior.

Tu rostro ya no iluminará

mi marchita alma otra vez,

y mi corazón de granito

ya no estará, derribado,

a tus pies.

Ya no aguardaré en las noches

un indicio de un amor

secreto, oculto... ¡Ya no!

Ya no te necesitaré tanto

y tengo la convicción

de poder seguir viviendo

sin tu mirar, sin tu calor,

y sin esa tenue caricia

que alguna vez se escapó.

Y sé que volveré a fingir

para olvidar este amor

que nunca tuvimos,

ni tendremos...

Pues ahora el dolor

me obliga a dejar de quererte

aunque me seque

el adiós.

 

Eres...

 

Eres grito ahogado en noche desolada,

eres murmullo suave en alba ignorada,

eres voz del viento en mediodía extraño,

eres silencio perdido en algún día de algún año.

Eres gota de rocío en sedienta y mortecina planta,

eres suspiro de brisa cuando los pájaros cantan,

eres ardiente fuego en el más crudo invierno,

eres porción de tierra para un pálido retoño tierno.

Eres pétalo marchito, eres canción de cuna,

eres melancolía sombría bajo la luz de la luna,

eres eterno amor rechazando ser liberado,

eres aliento de vida sobre rotos vidrios arrastrado.

Eres pasión contenida, reprimida involuntariamente,

eres calor interior bajo triste rostro... simplemente

eres belleza oculta en tan bellos pensamientos,

eres eso y mucho más, eres una en cientos.

 

 

Atravesarte

 

Por entre las sombras enmarañadas de una fría noche

se escuchan los sonidos, apenas perceptibles,

de unas pisadas temerosas.

Silente como una esponja, vago, recorro, espero...

Shh!... que no escuchen, que no se perciba mi agitado latir,

la noche es clara y mis intenciones oscuras.

Al unirse las manecillas del reloj, veo tu señal:

una luz que se enciende y se apaga.

Es tiempo de explorar. Es tiempo de vencer al mundo.

No temo entrar, sólo temo salir, regresar a este mundo,

despertar solo, como siempre, solo.

Pero vale la pena la espera y sacrifico mi orgullo.

Una noche más de ese culto inexplicable e inentendible.

Una fe poderosa, un instinto debe ser saciado.

Una necesidad de encontrarnos y reír sin risas,

de llorar sin lágrimas, de sudar sin calor y

de gozar sin límites y sin poder contarlo.

Cuando los cuerpos se encuentran el frío ya no importa.

El deseo apremia. El ritual se cumple...

Atravesarte es recorrer un desconocido laberinto,

a cada paso una esquina, un recodo en el camino que no estaba antes.

Cada vez es la primera vez

y cada vez puede ser la última vez.

¿Hasta cuándo? ¿Estaré mañana esperando tu señal?

¿Y si fuera antes de la hora señalada?

¿Seré yo quien entre?¿Quien atraviese tu espesura?

 

Otra noche

 

Otra noche en mis sábanas

escribiéndote algo que jamás vas a leer.

Otra noche sintiendo que te perdí

entre luces y humo,

entre música y alcohol,

otra noche...

Otra noche lamentando tu sutil indiferencia,

recordando tu cuerpo menearse lejos,

muy lejos,

sin mí.

Otra noche en mis sábanas

confesando el amor que aunque sabes, no entiendes.

¡Y qué importa perderte, si nunca te tuve

y jamás te tendré!

No importa lo que siento,

si en mis sábanas solo escribiendo estaré,

escribiéndote cosas que jamás vas a leer.

El alcohol mengua el dolor,

el amor se sublima, se esfuma y se va,

se pierde y se aleja por entre esas nubes

de tabaco y aflicción.

El amor se va con cada latido errante

de mi despreciado corazón.

Otra noche sin ti, otra noche solo,

sólo otra noche describiendo mi amor,

sólo otra noche que vivo por ti.

 

Ahora... Aquí estamos

 

Estamos aquí, sin más palabras,

sólo nuestras miradas reflejando una familiar amargura,

¡cómo nos hemos corrompido por la rutina!,

¡qué fácil resultaba buscar una charla antes!,

¡cuán próxima estaba la risa!, ¡cuán cerca la verdad!

Solíamos decirnos: “che, escúchame, no me siento bien,

hay algo que me turba como una espina en las uñas”,

y lo solucionábamos, a veces cedíamos,

a menudo defendíamos nuestros puntos de vista,

y discutíamos.

Discutíamos hasta abrazarnos en un beso...

Sin embargo, aquí estamos, buscándonos,

buscando qué decir para ocultar el hastío.

Ya no más saltar del sillón, tenernos y apretujarnos como antes,

rezar para que se detenga el reloj a las 12 y cuarto,

 

rogando a Dios para que cada frase permanezca,

cada caricia viva y cada beso se mantenga varios minutos en el tiempo

y saborearlo hasta que el mismo cuerpo pida no más,

y que cada aliento nos aliente para seguir...

Pero ahora, hasta tu aliento me disgusta,

la suavidad de tu piel se torna más áspera cada vez que la acaricio,

el brillo de tus ojos me incineran cada vez que los noto,

y tus movimientos me ultrajan, me desgarran, cada vez que accedo...

Ya no te siento, y me duele.

¿Es esto lo que juramos ante Dios?

Aquí estamos, sin más palabras,
sólo este sinsabor que nos gusta, que nos hace vivir los buenos tiempos,

allá,

cuando tu cuerpo y el mío eran un nuevo descubrir...

 

A mi padre...

 

Hay algo sobre mi padre

que nunca le he confesado;

tal vez la vergüenza o el miedo

me han impedido agradecerle

por tanto que nos ha dado.

Tantos años han pasado...

¡Qué vidas tan placenteras

sus esfuerzos han brindado!

Siempre atento a los reclamos,

fuerte como una tormenta

en las noches de verano,

está atado a sus principios,

y ese ejemplo hemos tomado.

Y aún sigue con nosotros

-a Dios gracias, sin dudarlo-,

cinco hijos, cinco nietos,

una fiel y eterna esposa,

separarnos... ni pensarlo.

Cada vez que llegabas

una frase te esperaba:

“papá, vení, ayudanos”,

“¿cómo es esto que no entiendo?”,

“¿qué le pasa a mi juguete?”,

“¿qué me trajiste?”, “¿qué hago?”,

o, “tengo miedo, acompañame”

Siempre has estado presente,

en nuestras vidas, en nuestros sueños,

en cada momento importante

y en los otros también.

Ahora creo, es el momento exacto

para decirte, sin dudarlo:

“Gracias, Viejo, gracias a vos

tenemos el mundo para ganarlo”.

 

 

Por esos ojos

 

Por esos ojos que jamás pensé me irían a mirar,

luché incansablemente contra mi orgullo, mi soberbia y mi soledad.

Y la lucha continúa...

Cada vez que el cuerpo me hierve,

siento el frío de tu distancia calmarlo.

Pero cuando estás conmigo, aprieto los labios y me presiono los dientes

para que esas palabras inadecuadas se mantengan en mí.

Pues quise hacerte saber

que me he pegado al recuerdo de tu cuerpo en mis sábanas.

Estoy adherido con remaches a tu sabor indescifrable.

No puedo separar tu sudor del mío

y me duele verme obligado a hacerlo.

Porque no debo pensarte, no debo extrañarte,

no puedo seguir con esta obsesión de quererte aquí,

abrazándome con tus brazos tiernos

y mirándome con el cuerpo y los ojos desnudos.

Esos ojos tan claros como la pureza de este amor que nace.

Esa piel tan suave como tus gemidos en mi piel.

Pero no te tengo y no puedo, no debo, hacértelo saber.

Porque es mi deseo contra tu desprecio,

es mi pasión contra tu frialdad,

es mi sentimiento contra tu placer.

Y mi piel con y contra tu piel, se funden,

se amalgaman en un éxtasis

tan corto como el amor que no tuve,

como la noche que pasamos,

como este grito que se ahoga.

Pero no me importa,

la vida sigue y sé que alguna noche

te encontraré rondando mi casa

y entrarás,

como si hubiera pasado un solo día desde la última vez.

Y entrarás...

y toda la alegría de mis células se manifestarán en una lágrima

que se apresurará a caer para que no la veas.

Y cuando sientas algo salado en tu lengua rozando mis mejillas,

inventaré una razón, aunque se me explote el corazón

al saber que bebiste mi dolor y mi alegría,

y seré una parte tuya. Y estaré en ti.

Por esos ojos, creo, estoy enloqueciendo...

 

Venganza sin venganza

 

¿Acaso alguna vez pensaste quién tiene la culpa de tu fracaso?

Creo que no lo sabes... Odias la vida, odias el mundo, desconfías de todos y te mientes,

te mientes a ti mismo inventando miedos que crees, te protegerán de algo

que pienso, aún no conoces.

Si supieras que todos no somos iguales, si supieras que la vida es hermosa

como lo es el brillo de tus ojos negros;

si entendieras que alguien te necesita como tú también necesitas a alguien;

si vieras que a través del dolor se llega a comprender dónde nos equivocamos;

si tan sólo despertaras un día y reconocieras que detrás de tu triste máscara

hay una adorable sonrisa que pugna por salir;

si al menos te quitaras el escudo que construiste en vano a base de represiones;

si pudieras creer en mí...

Dices que te sostiene el propósito de una venganza justificada, deseas vengarte, pero...

¿acaso sabes quién es víctima de tu castigo?

Lo recibe aquél que desea ayudarte, aquél que solamente piensa en vos,

aquél que te idealiza en sueños, el que se estremece al estar a tu lado,

que anhela estar alrededor tuyo y así protegerte de todos y de todo,

aliviar tu dolor, calmar tu pena;

aquél que dejó al mundo por estar a tu lado, aquél que creyó que eras lo suficientemente fuerte

para pelear por un poco de felicidad;

aquél que ahora siente que se equivocó pero aún así resiste, aguanta,

no se da por vencido aunque sabe que ya lo está...

Es a ése a quien has herido cobrándote una venganza por algo que no ha hecho,

la próxima vez espero que veas a quién lastimas y porqué lo haces...

Ahora, quizás, mientras tú hieres a la persona equivocada,

la indicada esté llena de júbilo y placeres, espero, no de ti.

Quise todo para ti, sé que me apresuré, pero cuando a uno la vida le ha secado los ojos,

quebrado las alas y destrozado el corazón, no tiene noción del tiempo

si de felicidad posible se trata.

Me has derrotado, pero aún así no te demostraré que me has vencido.

Porque aprendí a reír para tapar las lágrimas,

aprendí a ser fuerte y me debilitaré nuevamente.

Yo no tengo la culpa de tu sufrimiento, yo no te lo causé.

Yo no tengo culpas por tu debilidad, tú te la has inventado.

De lo único que soy culpable es de haber creído poder hacerte feliz.

Ahora sólo me resta escribirte lo que siento,

porque de esto no volveré a hablar jamás.

Espero escuchar algún día tus primeras palabras tiernas,

como quien espera a un bebé decir má o pá o ajó; lo espero,

porque todo lo que hasta hoy has dicho -y hecho- me ha lastimado...

 

 

Lo que dejaste

 

Junto a ti perdí la noción del tiempo,

divagué en los umbrales de la locura

y me hice amigo de ella,

Nos contábamos historias de un amor

que no existía, pero éramos felices:

mi locura -ella- y yo.

Cada vez que llegabas dando tumbos

en mi cordura, ella me decía:

“te ama”...

y yo vivía un día mas para sentir tu aliento

áspero y turbio perfumando mi cuello.

Toqué un cielo inventado

y embebí con tu imagen

cada porción de mi cuerpo.

Estaba en el Cielo en tus labios

pero un infierno me esperaba al final.

Las almas se fundían en un éxtasis mortal,

la noche aleteaba sus garras de sexo

confundiendo mi sangre con tu provecho.

Y era feliz en un universo creado

con mi amor satisfecho con apenas gotas

de una pasión tan bien simulada.

Te fuiste de a poco, pero algo quedó:

sobrevivieron tus esquirlas en las paredes,

tu recuerdo en cada acorde

de esas canciones idiotas que escuchábamos,

tu imagen en mente

y tu nombre en mi cuerpo.

Todavía te amo, a pesar de todo.

Y te espero.

Y lo sabes... 

 

Copyright Jorge Monzón

 

 


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